El Colegio San Antonio del Baluarte de Rengo continúa con sus puertas cerradas, luego de que la Seremi de Salud ordenara la suspensión de clases tras una extensa fiscalización de más de seis horas, en la que se detectaron observaciones vinculadas a infraestructura y condiciones sanitarias.
Según informó la dirección del establecimiento mediante un comunicado, la medida fue impuesta “por circunstancias ajenas a la voluntad del colegio”. No obstante, se indicó que varios de los puntos cuestionados por la autoridad fueron posteriormente aclarados o desmentidos, como la presencia de una grúa operando en obras y una ducha eléctrica sin certificación. Sin embargo, el colegio reconoció otras observaciones, entre ellas un tablero eléctrico abierto, restos de heces de roedores en zonas de escaso uso y una rotura menor en una cañería, situaciones que —según aseguraron— ya están siendo abordadas con medidas inmediatas.
Pese a ello, desde la institución educativa se sostiene que los motivos invocados no justifican el cierre forzoso del recinto, por lo que se están realizando gestiones ante las autoridades para revertir la medida y reanudar las clases a la brevedad.
La decisión ha provocado inquietud entre apoderados y estudiantes, quienes manifestaron su preocupación por la interrupción del año escolar. A través de redes sociales, varias familias exigieron claridad respecto al contenido de las observaciones y los plazos para su resolución.
Mientras el colegio reafirma su disposición al diálogo con la Seremi de Salud para agilizar el retorno a la normalidad, el caso refleja las tensiones que pueden surgir entre la aplicación estricta de los protocolos sanitarios y la capacidad de respuesta de los establecimientos ante exigencias imprevistas, en un contexto donde la continuidad del proceso pedagógico se mantiene en entredicho.
