Expertos en climatología y agricultura advierten que el Fenómeno de La Niña podría hacer su presencia en Chile a partir de junio de este año, generando preocupaciones significativas sobre la disponibilidad de lluvia y su impacto directo en la agricultura.
Durante el último año, el país ha experimentado el Fenómeno de El Niño, caracterizado por intensas precipitaciones. Sin embargo, el decano de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad de Talca, Gonzalo Díaz Ulloa, espera para el 2024 un cambio en las condiciones climáticas con la llegada de La Niña, lo que podría agravar la megasequía que afecta a la región del Maule, desde hace varios años.
El decano, señaló que el mundo agrícola, depende crucialmente del agua. La presencia de La Niña durante el invierno podría llevar a una significativa disminución de las precipitaciones, afectando gravemente la producción agrícola.
Díaz Ulloa explicó que el problema no solo radica en la reducción de las lluvias, sino también en la variabilidad climática que La Niña puede provocar. Mientras persista este fenómeno, se esperan lluvias en épocas atípicas, lo que afectaría cosechas y dañaría cultivos debido al exceso de agua.
El académico destacó la importancia de que los agricultores estén informados sobre estos fenómenos climáticos. «Es fundamental que tomen decisiones con antelación y se preparen», afirmó. Hizo hincapié en la necesidad de seguir las recomendaciones del Ministerio de Agricultura y otras instituciones vinculadas al clima para afrontar una temporada desafiante desde el punto de vista hídrico y otros fenómenos atmosféricos.
Patricio González Colville, agroclimatólogo de la UTalca, indicó que, aunque no se puede precisar una fecha exacta para el inicio del Fenómeno de La Niña, es probable que comience en junio de este año. Esto podría resultar en una mitad de invierno con escasas lluvias y heladas tardías.
González Colville resaltó que en Chile, las grandes sequías están asociadas a La Niña, un fenómeno que, a diferencia de El Niño, puede extenderse hasta tres años consecutivos. «Es un evento grave para la agricultura, ya que la falta de agua obliga a racionalizar las plantaciones, manejar eficientemente los embalses y suele conllevar pérdidas agrícolas o reducción de hectáreas cultivadas», concluyó el académico.