En el contexto de las recientes preocupaciones generadas por una serie de explosiones hidrotermales en Yellowstone, y el eco de antiguas teorías apocalípticas, expertos han salido al paso para aclarar la situación actual y el verdadero riesgo que representa este fenómeno geológico.
El Dr. Jorge Romero, académico del Instituto de Ciencias de la Ingeniería de la Universidad de O’Higgins, explicó la diferencia entre los conceptos de «supervolcán» y «supererupción», destacando que el término correcto se refiere a eventos eruptivos y no a una estructura geológica específica. “Yellowstone es en realidad una enorme meseta volcánica que ha registrado varias supererupciones en su historia geológica, siendo estas mucho más significativas que otras erupciones conocidas como la del volcán Chaitén en 2008″, señaló Romero.
Estas supererupciones, aunque potencialmente devastadoras a nivel local, no necesariamente conllevan a un desastre global. “Los estados más cercanos como Wyoming, Idaho y Nevada, habrían experimentado los efectos más directos de las erupciones, pero a escala global, los efectos aunque significativos, probablemente fueron temporales y no catastróficos a largo plazo”, afirmó el geólogo.
Además, el Dr. Romero mencionó que eventos similares han ocurrido en otras partes del mundo, como la erupción del volcán Toba en Indonesia hace aproximadamente 74,000 años, que no parece haber tenido un impacto irreversible en las sociedades humanas de la época según las evidencias arqueológicas.
En Chile, el Complejo Volcánico Altiplano-Puna y el volcán Diamante son ejemplos de actividad volcánica comparable en magnitud a las erupciones de Yellowstone, sugiriendo que estos fenómenos, aunque poderosos, son parte de la dinámica natural de la Tierra y han sido testigos de la evolución geológica sin desencadenar extinciones masivas o colapsos ecológicos permanentes.
“Mientras que Yellowstone sigue siendo un centro de actividad geotérmica significativa y es objeto de estudio constante por parte de los científicos, los datos actuales indican que no hay anomalías que sugieran una inminente catástrofe global. Es vital continuar con la investigación y la monitorización, pero siempre basándonos en evidencias científicas sólidas y no en especulaciones”, concluyó el Dr. Romero.
Este tipo de información es crucial para entender la diferencia entre la ficción cinematográfica y la realidad científica, despejando mitos y proporcionando una perspectiva basada en el conocimiento y la investigación rigurosa.