La ciudad de Bahía Blanca, situada a 600 km al sur de Buenos Aires, enfrenta una catástrofe sin precedentes tras las torrenciales lluvias que azotaron la región el pasado viernes. Según la ministra de Seguridad nacional, Patricia Bullrich, la ciudad ha quedado “destruida” por el diluvio que descargó 250 milímetros de agua en menos de seis horas, superando todos los registros históricos previos.
Las consecuencias del evento climático extremo son devastadoras: salas de hospitales inundadas, una ruta principal colapsada, barrios enteros aislados y numerosos hogares aún sin electricidad. Las calles, convertidas en verdaderos ríos, han arrastrado vehículos y destruido infraestructura vital, dejando a la ciudad sumergida bajo el agua.
La situación más alarmante se reporta en el sector de Villa Harding Green, donde dos niñas han desaparecido tras ser arrastrada la camioneta en la que viajaban por la corriente. Equipos de rescate están trabajando contrarreloj para encontrar supervivientes entre los escombros y las aguas turbulentas.
El intendente local ha declarado este suceso como “el peor desastre natural del siglo” en Bahía Blanca. Operativos de evacuación están en marcha, con helicópteros militares rescatando a familias atrapadas en los techos de sus casas. Las autoridades han emitido advertencias de que el número de víctimas podría incrementarse significativamente a medida que las aguas se retiren.