La necesidad de tecnología avanzada y costosa para el diagnóstico de enfermedades es una noción desafiada por algunos de los colaboradores más inesperados: nuestros animales domésticos. En numerosos casos, mascotas como perros y ratas han demostrado ser cruciales en la detección temprana de afecciones graves gracias a sus capacidades sensoriales superiores.
Durante una reciente investigación, se ha observado que los perros no solo son capaces de identificar varios tipos de cáncer y otras enfermedades crónicas como la diabetes y el Parkinson mediante el olfato, sino que también pueden alertar sobre ataques epilépticos antes de que ocurran. Su habilidad para detectar olores específicos, incluso a concentraciones extremadamente bajas, supera en más de 10.000 veces la capacidad olfativa humana.
Por otro lado, las ratas han sido entrenadas para detectar tuberculosis en muestras de esputo con una precisión del 81%, ofreciendo una alternativa rápida y económica para el diagnóstico en regiones con recursos limitados. Además, investigaciones recientes han demostrado que las abejas pueden ser entrenadas para detectar enfermedades como la COVID-19 y el cáncer de pulmón, respondiendo a olores específicos con comportamientos que pueden ser medidos de forma precisa.
Estos animales detectores trabajan identificando cambios sutiles en los compuestos orgánicos volátiles que las personas exhalan o emiten a través de la piel, lo cual varía notablemente con el estado de salud. Esta capacidad podría transformar la forma en que se realizan los diagnósticos médicos, ofreciendo métodos no invasivos y de bajo costo que complementan las tecnologías existentes.
La Dra. Jacqueline Boyd, profesora titular de Ciencia Animal en la Universidad de Nottingham Trent, subraya la importancia de estos hallazgos: «Los animales no solo ofrecen un método de detección eficaz, sino que también enriquecen nuestras interacciones y comprensión de la naturaleza. Sin embargo, es crucial asegurar que su bienestar sea una prioridad en cualquier programa de detección de enfermedades.»
A medida que la ciencia avanza, el potencial de utilizar animales entrenados en roles diagnósticos se expande, ofreciendo esperanza para técnicas de detección más rápidas y accesibles en todo el mundo.