Después de más de un siglo y medio, el cielo del extremo sur de Chile se ha vestido de colores vívidos con la aparición de la Aurora Austral, visible gracias a una severa tormenta geomagnética clasificada como G4 por el Centro de Predicción del Clima Espacial de la NOAA. Este fenómeno, que comenzó a ser visible desde la noche del viernes, ha capturado la atención no solo de los habitantes locales, sino también de la comunidad científica internacional.
Los habitantes de ciudades como Punta Arenas, Puerto Natales y Puerto Williams han tenido la fortuna de observar directamente este fenómeno natural. La Aurora Austral, que se presenta con un distintivo color rojo, se diferencia de su contraparte norteña, la Aurora Boreal, más conocida por sus tonos verdes. La divulgadora de astronomía, Cari Letelier, explicó que este color se debe a la altura a la que se forman estas auroras, aproximadamente a 250 kilómetros sobre la superficie terrestre, siendo visible desde grandes distancias.
La actual tormenta solar, que ha alcanzado un nivel extremo de G5 según la última actualización del SWPC de la NOAA, no solo promete más avistamientos de auroras, sino que también plantea desafíos para la infraestructura tecnológica global. Los efectos potenciales incluyen interrupciones en las telecomunicaciones, servicios eléctricos y sistemas de GPS, lo que requiere una vigilancia continua por parte de las autoridades competentes.
Este evento sin precedentes en la historia reciente del país ofrece una oportunidad única para aficionados y científicos para estudiar los efectos de las tormentas solares en la atmósfera terrestre y su interacción con la tecnología humana.