Recientemente, la zona centro-sur de Chile sufrió inundaciones significativas, exacerbadas por el fenómeno de El Niño. Estos eventos pusieron de manifiesto la necesidad crítica de contar con un sistema eficiente de alerta temprana, que podría mitigarse con la implementación de una red nacional de radares meteorológicos.
Esta tecnología, ampliamente utilizada en los Estados Unidos y otras partes del mundo, permite la detección y monitoreo en tiempo real de fenómenos como tornados y tormentas severas, minimizando riesgos y permitiendo alertas tempranas. Sin embargo, en Chile, el uso de radares meteorológicos aún es limitado, poniendo en riesgo tanto a la población como a la infraestructura del país ante eventos climáticos adversos.
En 2019, se anunció un plan ambicioso para desplegar una red de radares desde Valparaíso hasta Los Lagos. Sin embargo, el proyecto se vio interrumpido por el estallido social y la pandemia de COVID-19, según explica el Dr. Raúl Valenzuela, académico del Instituto de Ciencias de la Ingeniería de la Universidad de O’Higgins y investigador adjunto del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2).
«Como país, estamos considerablemente atrasados. A excepción de algunas áreas en África, la mayoría del hemisferio norte cuenta con esta tecnología. Solo Bolivia y Chile, a nivel regional, carecen de ella», indica el Dr. Valenzuela.
El cambio climático, con su carga de incertidumbre y el aumento de fenómenos meteorológicos severos, hace aún más urgente la implementación de estos sistemas. La tecnología de radar no solo protege vidas, sino que también asegura la realización de eventos importantes y la planificación a largo plazo en diversas industrias.
La adopción de esta tecnología se presenta como una inversión esencial para el futuro, donde la prevención y la preparación serán clave para mitigar los efectos del cambio climático en Chile.